Hay de izquierdas a izquierdas
Los trabajadores de la minera Escondida, la mayor productora privada de cobre del mundo, cumplieron el miércoles 25 días en huelga en busca de mejorar su salario y sus condiciones de vida. Desde entonces acampan de manera ordenada en un centro deportivo de la ciudad de Antofagasta, al norte de Chile.
Otro plantón, no tan ordenado, que el miércoles cumplió 30 días, es el de los partidarios de Andrés Manuel López Obrador, quien alega que le robaron la elección presidencial en México y anunció que una convención podría proclamarlo presidente de México al margen de las instituciones democráticas.
Esta semana vi dos fotografías de las tiendas de campaña de sendos movimientos. La imagen de los mineros chilenos (tomada por la agencia Reuters) mostraba su campamento, con verdaderas tiendas de campaña, perfectamente alineadas, todas del mismo color, en un lugar impecablemente limpio y con juegos recreativos para los paristas, como futbolines. En cambio, la de los obradoristas (tomada por un fotógrafo del diario El Universal de México) mostraba parte del extenso campamento en que han convertido algunas arterias de la Ciudad de México, con carpas improvisadas con plásticos, lonas y restos de propaganda electoral. Todo en un contexto rodeado de basura.
¿Aplicará el refrán que dice: dime cómo te plantas y te diré quien eres? Otra diferencia es que la huelga de los chilenos ha tenido repercusiones mundiales e hizo subir el precio del cobre, mientras que el plantón de los obradoristas sólo ha incomodado a los habitantes del DF (especialmente en el centro de la ciudad y a los comercios de la zona) y despertado la paranoia de algunos y el delirio de otros que creen que es el inicio de una revolución.
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