Itaca en la mente

"Siempre ten a Itaca en tu mente; llegar allí es tu meta, pero no apresures el viaje. Es mejor que dure mucho, mejor anclar cuando estés viejo. Pleno con la experiencia del viaje..." Constantino Cavafis

martes, noviembre 11, 2008

Las contradiciones de Shanghai


Shanghai tiene poco menos de 20 millones de habitantes, o sea es de las proporciones monstruosas de la Ciudad de México. Y como la capital mexicana, tiene sus contradicciones y contrastes, pero a otro nivel.

Por un lado está la moderna ciudad con impresionantes rascacielos en sus diferentes distritos (que son como las delegaciones acá) rematados por exóticos detalles que van desde coronas hasta cosas parecidas a ovnis. Y por otra parte, padece de los males de las megalópolis como son contaminación, tráfico y marginación.

De todos los distritos, el que destaca por lo elevado y ultramoderno de sus edificios es el de Pudong. Ahí se ubican el Shanghai World Financial Center (SWFC) uno de los más altos del mundo con sus 492 metros de altura y 101 pisos y el más alto de China. Este rascacielos, inaugurado a finales de agosto de este año, cuenta con la cubierta de observación situada a más altura en el mundo a 450 metros y tiene una apertura en la parte superior para evitar la presión del viento sobre el edificio.

A un lado está el edificio Jin Mao, el segundo más alto de China con 448 metros, este edificio ya tiene una década desde que se terminó de construir y su estructura recuerda una pagoda china. Como ocurrió con los juegos olímpicos de Beijing que se inauguraron el 8 del 8 del 2008, por ser el número ocho considerado de buena suerte en la cultura China, en este edificio todo gira alrededor de esa cifra: tiene 88 pisos construidos sobre una base octogonal apoyada sobre ocho columnas de acero.

Lástima que no pudimos subir a alguno de los dos mencionados rascacielos. Pero en cambio sí trepamos al mirador de la Torre de la Perla Oriental, no muy lejos de los otros colosos, que con sus 468 metros es la tercera torre de televisión más alta del mundo por detrás de la de Toronto y de la de Moscú. Esta torre tiene varios niveles con miradores, el más alto situado a 350 metros, el segundo a 263 metros y uno más bajo a 90 metros. A nosotros nos llevaron al segundo, con suficiente altura para haber tenido una vista magnífica, de no haber sido por la neblina empeñada en fastidiarnos el día.

Frente a Pudong se encuentra la zona conocida como Bund (que es el nombre que los británicos dieron a la zona del malecón junto al río). En esta zona están situados algunos de los edificios más emblemáticos de la etapa colonial europea.

Acá les dejo este video que es una animación del Bund:



La zona del Bund con su malecón es una de las más visitadas por los turistas. En el Bund desemboca la calle Nanjing, que es peatonal y está repleta de comercios variados, cafés y restaurantes de todo tipo.

En las cercanías se encuentran algunos de los mejores hoteles de la ciudad. Precisamente yo me alojé, junto con el equipo de periodistas latinoamericanos invitados por los chinos, en uno de esos hoteles.

Caminar por la calle Nanjing hacia el Bund es toda una experiencia. Si es en la noche, la abigarrada iluminación que sobrepasa lo barroco para caer en lo churrigueresco de neón, llama mucho la atención. Pero lo más interesante es el ejército de menesterosos y pícaros de todo tipo que están a la caza del turista. No puede uno dar un paso y mucho menos hacer un alto en el camino sin que llegue una miríada de vendedores a ofrecerle relojes “Rolex” o celulares “Iphone” de vaya a saber qué dudosa procedencia. También es frecuente que se acerquen jóvenes chinas que por su apariencia y vestimenta pasan perfectamente desapercibidas como cualquier viandante de la zona a ofrecerle “massage” que no creo que sea precisamente de pies. No es infrecuente toparse con algún mendigo que los persiga cuadras suplicando una caridad en chino. Y esto de día y de noche.

Pero al margen de la picaresca y de lo pintoresco, este ejército de menesterosos lo que delata es la existencia de pobreza en la ciudad.

Pobreza que los propios funcionarios chinos no pretenden ocultar. Así, en una cena que nos ofreció el señor Shao Huixiang, subdirector general de la oficina de Asuntos Exteriores de Shangai, reconoció que en la ciudad existe pobreza. Según él, la metrópoli se ha ido transformando de ser una con muchos pobres a ser una en la actualidad que prácticamente ha erradicado la pobreza de sus habitantes locales. Sin embargo, al ser la primera urbe comercial y financiera del país, atrae la inmigración de personas venidas de regiones más deprimidas que son los que conforman en la actualidad ese ejército de menesterosos.

El señor Shao explicó que si bien la parte del Pacífico chino ha experimentado un considerable desarrollo acompañado de una notable subida del nivel de vida de la población, todavía no sucede lo mismo con las regiones del oeste, en donde todavía hay mucha pobreza.

Por lo que se refiere a la contaminación, supongo que en una ciudad de esas dimensiones, con una importante industria y un considerable parque vehicular (en el que por cierto la mayoría de los coches son nuevos e importados: alemanes, japoneses, coreanos, estadounidenses y europeos) la contaminación del aire debe ser un problema. Aunque por las condiciones meteorológicas a mi no me tocó sufrirla.

El tráfico por supuesto que es pesado, pero a mi no me impresionó mayor cosa viniendo de la ciudad de México. Sinceramente lo encontré más fluido en Shanghai.

Así que para poner las cosas en su sitio, pobreza si vi en Shanghai, pero nada que se compare ni de lejos a la que tenemos en la Ciudad de México. Y también vi riqueza, mucho más que la que se observa en la capital mexicana en su conjunto.

Y ya con esta me despido, no sin antes amenazar con que mañana habrá más de Shanghai y de China. Amén.